Lo que comenzó como una travesía épica rumbo al prestigioso título de “Leopardo de las Nieves” terminó en un encierro helado para Natalia Nagovitsyna. La alpinista rusa logró conquistar el imponente Pico Pobeda, pero una caída durante el descenso truncó su regreso. Con una pierna fracturada, quedó atrapada a más de 7 mil metros, sin posibilidad de moverse, mientras el entorno implacable desafiaba cualquier intento de auxilio.
Mientras las autoridades evaluaban sin éxito las vías de evacuación, un gesto individual se convirtió en símbolo de lealtad. Luca Sinigaglia, italiano y viejo compañero de montaña de Natalia, escaló junto a otro colega hasta su tienda para llevarle abrigo, víveres y compañía. Su acto solidario, sin respaldo oficial ni recursos logísticos, fue el último contacto humano que ella recibió en la cumbre.
Sinigaglia intentó regresar para seguir asistiendo a su amiga, pero el clima no perdonó. Una tormenta feroz lo sorprendió en plena arista y no pudo continuar. Quedó atrapado en una cueva de hielo, donde murió por un edema cerebral y congelamiento. Su cuerpo permanece en la montaña como testimonio del sacrificio extremo. Su compañero logró descender y relatar lo ocurrido.
Autoridades declararon el final de la operación de rescate. Los helicópteros no pudieron operar por la altitud, mientras que los especialistas señalaron que una evacuación terrestre requeriría un equipo numeroso y altamente capacitado, algo inviable en esas condiciones. La propia geografía del Pobeda, con grietas, pendientes inestables y temperaturas brutales, convirtió la misión en una condena segura para cualquier rescatista.
Natalia sigue viva en su tienda, pero sola. Su hijo rogó por una nueva oportunidad, sin éxito. El gobierno de Kirguistán ya dio por cerrado el caso y comunicaron que las tareas para recuperar sus restos se reanudarán en la primavera.
El Pobeda ha vuelto a cobrar víctimas, reafirmando su reputación como una de las montañas más peligrosas del mundo.
(CAGG)