La Alameda Mariano Escobedo, un espacio que por años ha formado parte de la identidad regia, tras un periodo de desafíos, abandono y deterioro, ahora luce vibrante, verde y se convirtió en uno de los lugares favoritos de quienes buscan disfrutar de un descanso en el centro de Monterrey, Nuevo León.
Los regiomontanos y los visitantes han regresado a este icónico punto, atraídos por la nueva vitalidad y es que no solo los árboles retomaron vida, también lo hizo la seguridad y el comercio.
La Alameda luce entre las edificaciones del corazón de Monterrey como un pulmón verde y con este reverdecimiento no solo recupera su función ambiental, sino también la social y turística.
Sin embargo, el triste panorama de la sequía quedó marcada en la memoria de quienes ahora disfrutan de la sombra de los ejemplares arbóreos donde anteriormente solo había troncos secos y proliferación de basura.
La reubicación y regulación de los puesteros también influyó para brindarle a la plaza una nueva perspectiva, pues ahora sólo acuden los fines de semana y se instalan sobre la calle Julián Villagrán.
Cabe señalar que aún persisten algunos deterioros en el mobiliario que no han sido atendidos, pese a los reportes realizados a las autoridades municipales. Entre ellos se encuentran bancas en mal estado, bebederos fuera de servicio y contenedores de basura saturados o dañados.
(APHA)