El gobierno de Estados Unidos inició la construcción de un nuevo muro secundario en la frontera con México, específicamente entre Nuevo México y Ciudad Juárez, como parte de un plan que contempla más de 137 kilómetros de barrera en sectores clave como San Diego, Yuma, Tucson y El Paso.
La estructura, de 11 kilómetros y barras de acero de más de 30 metros de altura, ha generado un fuerte rechazo por parte de activistas, líderes religiosos y autoridades mexicanas.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo afirmó que México no participa en el proyecto y reiteró que “sin muro se ha logrado una frontera muy segura”.
El párroco Javier Calvillo, de la comunidad Mater Dolorosa, denunció, mediante la editorial EFE, que estas medidas empujan a los migrantes a rutas más peligrosas y que “por mucho que pongan púas, nunca van a parar la migración”.
También condenó las redadas migratorias que, según reportes, han afectado a más de 56 mil mexicanos desde el regreso del presidente Donald Trump a la Casa Blanca.
Esta obra, lejos de ser una solución consensuada, ha reactivado las tensiones políticas, humanitarias y religiosas en ambos lados de la frontera.
(CAGG)