A lo largo del tiempo, la democracia estadounidense ha sido señalada como un ícono de participación cívica y un ejemplo a seguir. No obstante, en el panorama global han surgido diversas incógnitas sobre lo que diferencia a sus elecciones de otros procesos electorales en el mundo. Desde el desarrollo de las campañas presidenciales hasta el último momento, el martes, como el día de la elección, e inclusive la ausencia de un organismo electoral centralizado.
El día de la votación es el primer martes después del primer lunes de noviembre, es decir, un día laboral. Esta decisión tiene su origen en el siglo XIX, cuando Estados Unidos se conformaba por sectores agrarios en su mayoría. Fue en 1845 cuando el Congreso fijó este día debido a que se consideró conveniente para los granjeros porque les permitía viajar sin interferir con el sábado que era un día de mercado ni con el domingo, utilizado como un “día sagrado para la observancia religiosa”.
En la actualidad esta norma dificulta la participación electoral, por lo que la tasa se encuentra por debajo de la de otras democracias consolidadas.
Por otro lado, la extensión y la intensidad de las campañas ha generado una gran intriga. En Estados Unidos se cree que cualquier momento podría ser decisivo; por lo que cualquier votante persuadido en el último instante podría marcar la diferencia.
La financiación de estas campañas presidenciales proviene de donaciones privadas, ya sea de grandes empresas y de corporaciones, por lo que son muchos los que se suman económicamente.
Finalmente, la ausencia de un organismo electoral centralizado se debe a que cada uno de los cincuenta estados administra sus propias elecciones, por lo que cada proceso varía de un lugar a otro.
Esta acción genera muchas controversias en materia de la logística del conteo de sufragios, el manejo de las listas de votantes, los procedimientos para el voto por correo y los sistemas de elección, por lo que muchos se confunden y desconfían en el sistema.
(CAGG)