Colombia vivió este jueves una de las jornadas más violentas en la última década. Un ataque con explosivos cerca de una base aérea en Cali dejó al menos seis muertos y 50 heridos, según el balance oficial de la alcaldía. Las imágenes difundidas muestran vehículos en llamas, viviendas destruidas y personas huyendo en medio del caos.
Horas antes, un helicóptero Black Hawk UH-60 de la Policía Nacional fue derribado con un dron en el municipio de Amalfi, Antioquia, mientras participaba en una operación de erradicación de cultivos de coca. El ataque dejó ocho policías muertos y otros ocho heridos.
En total, los atentados dejaron 18 muertos y más de 60 heridos, según cifras oficiales. Las autoridades atribuyen los hechos a disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que rechazaron el acuerdo de paz de 2016.
El presidente Gustavo Petro responsabilizó a estos grupos de ambos ataques, en medio de un conflicto que ha dejado más de 450 mil muertos en seis décadas. La violencia se recrudece en regiones donde se disputan rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos y Europa.
Tras el atentado en Cali, el alcalde Alejandro Eder ordenó la militarización de la ciudad y pidió apoyo urgente al Gobierno nacional. La medida incluye patrullajes conjuntos entre Ejército y Policía en zonas estratégicas.
Cali, la tercera ciudad más grande del país y principal centro urbano del Pacífico colombiano, enfrenta una embestida de grupos armados que operan en alianza con redes del narcotráfico. La población permanece en alerta ante posibles nuevos ataques.
(CAGG)