México.- Desde tiempos prehispánicos, los aztecas descubrieron el potencial culinario de los chapulines mientras habitaban en el cerro de Chapultepec, un lugar infestado de estos pequeños insectos.
En lugar de eliminarlos, nuestros ancestros decidieron utilizarlos como una fuente valiosa de alimento.
La receta tradicional de la época prehispánica consistía en quitarles las extremidades a los chapulines, cocerlos en agua hirviendo y posteriormente tostarlos en un comal bajo los rayos del sol. Esta técnica, que se sigue utilizando hasta el día de hoy, otorga a los chapulines un sabor único y crujiente.
No es de extrañar que los chapulines sean considerados un verdadero símbolo nacional para los reconocidos chefs mexicanos. Su versatilidad en la cocina permite que sean utilizados en diversas preparaciones, desde guisos hasta salsas o incluso como topping en platillos emblemáticos como los tacos.
Además, este peculiar manjar también se ha convertido en un gran atractivo para el turismo gastronómico. Son muchos los curiosos visitantes extranjeros que se atreven a probarlos durante su estancia en nuestro país, ansiosos por experimentar los sabores auténticos de la cocina mexicana.
Los chapulines, o en náhuatl conocidos como "insectos que brincan como pelotas de hule", son una fuente de proteína rica en nutrientes y sostenible desde el punto de vista ambiental. Su consumo contribuye a la diversificación de la alimentación y a la conservación de otras especies, disminuyendo la presión sobre los recursos de tierra y agua.
(KBR)