Este lunes entró oficialmente en vigor el veto migratorio impulsado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, una medida que restringe la entrada de ciudadanos de 12 países, en su mayoría ubicados en África y Medio Oriente.
Aunque el anuncio generó críticas internacionales, la atención ahora se centra en sus efectos inmediatos. A diferencia de restricciones previas, esta versión no causó caos en aeropuertos, ya que fue diseñada para ser implementada de forma escalonada y con excepciones específicas. Sin embargo, las repercusiones diplomáticas y humanitarias ya comienzan a sentirse.
Entre las excepciones se contemplan a residentes legales en Estados Unidos, atletas que compitan en eventos internacionales como el Mundial de 2026 y los Juegos Olímpicos de 2028, así como a diplomáticos. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos advierten que miles de familias podrían quedar separadas, y que solicitantes de asilo o reunificación familiar enfrentarán mayores obstáculos.
Desde el ámbito diplomático, los países afectados han iniciado consultas formales y han expresado preocupación por lo que consideran una medida discriminatoria. Analistas en política exterior señalan que este tipo de restricciones podrían tensar aún más las relaciones entre Washington y gobiernos aliados clave, además de afectar la cooperación en temas de seguridad y migración regional.
Trump justificó la implementación del veto bajo el argumento de proteger la seguridad nacional, señalando un reciente ataque terrorista en Boulder, Colorado como parte de sus motivaciones. No obstante, críticos señalan que no hay evidencia que vincule a los países vetados con dicho incidente.
(CAGG)