Las emisiones contaminantes y la devastación del área natural regresaron al municipio de Santiago, Nuevo León, luego de casi tres años, tras la reapertura de la empresa pedrera ubicada en la zona conocida como la Cueva de los Murciélagos.
Las múltiples denuncias que recibió la planta extractora de piedra caliza de la firma Triturados Villarreal por parte de activistas ambientales y vecinos de la localidad, sumado a sus emisiones contaminantes y a no reportar informes a las autoridades derivó en su suspensión en marzo de 2022.
Un factor clave para su clausura fue la declaratoria del Gobierno del Estado que designó a la Cueva de la Boca —mejor conocida como Cueva de los Murciélagos— como zona natural protegida, en la categoría de Santuario Biológico, con el objetivo de preservar y conservar la fauna del lugar.
Ubicada sobre la carretera a la Cueva, detrás de la cortina de la presa La Boca, a unos metros de la Cueva de los Murciélagos, la Secretaría de Medio Ambiente dio a conocer el pasado 5 de mayo que los empresarios lograron una suspensión de amparo para reabrir nuevamente la industria.
El equipo del ESCUADRÓN MÓVIL de GAMAVISIÓN NOTICIAS realizó un recorrido por la zona, donde se constató la reactivación de labores en el área, bajo la presencia de más de una decena de trabajadores.
A través de imágenes aéreas captadas por el GAMADRON 2 se apreciaron camiones de carga que ingresaban y salían de la zona, algunos con material en sus redilas cubiertas por lonas en el área.
Es importante destacar que, tras la reactivación de la empresa, el tránsito de tráileres y maquinaria pesada sobre la carretera se ha incrementado considerablemente. Como consecuencia, los automovilistas no solo deben extremar precauciones debido a las numerosas curvas de la vía, sino también por la presencia constante de vehículos de carga pesada que se dirigen a la pedrera.
Además del impacto vial, la operación de la pedrera podría provocar afectaciones significativas en uno de los refugios de murciélagos más importantes de Norteamérica, por el ruido intenso de la maquinaria y el uso de iluminación que podría alterar el comportamiento de ocho especies de 138 que existen en el país.
La protección del santuario biológico dejó en la población municipal una expectativa muy alta y con mucho que desear, debido a que duró menos de tres años y, aun así, las autoridades no han tomado acción y ni brindado una solución.
(CAGG)