El líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, supervisó el lanzamiento de un misil balístico táctico Hwasongpho-11-Ka, diseñado para simular un contraataque atómico. La prueba incluyó sistemas de cohetes multicapa de 600 mm, con el objetivo de entrenar a las unidades militares en el uso de armamento nuclear táctico.
Pyongyang justificó el ensayo como una respuesta a los ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos y sus aliados en la región, reforzando su postura de contraataque rápido. Kim enfatizó la importancia de fortalecer el papel de sus fuerzas nucleares, tanto en disuasión como en combate.
En paralelo, tras el desfile militar en la Plaza Roja por el Día de la Victoria en Moscú, el presidente Vladimir Putin se reunió con oficiales de alto rango de Corea del Norte. Los militares norcoreanos felicitaron al líder ruso y destacaron la participación de sus tropas en la liberación de Kursk, reforzando los lazos históricos entre ambas naciones.
Putin agradeció el apoyo de los soldados norcoreanos en los combates y reafirmó la cooperación militar con Corea del Norte. Kim Jong-un, por su parte, calificó la participación norcoreana en la guerra como una “misión sagrada” y anunció la construcción de un monumento en Pyongyang en honor a los caídos.
Corea del Norte vinculó el despliegue de sus tropas en territorio ruso con el acuerdo de asistencia mutua firmado en Moscú en junio de 2024, consolidando la alianza militar entre ambos países y enviando un mensaje claro de cooperación estratégica.
(CAGG)