México se posiciona como el tercer lugar mundial en el índice de crimen organizado, únicamente detrás de Myanmar y Colombia, de acuerdo con un reciente informe del Banco Mundial. Este análisis, desarrollado por la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC), evalúa dos dimensiones clave: la criminalidad y la resiliencia de los países frente a este fenómeno.
Con una participación en 13 de los 15 mercados ilícitos analizados, México lidera en América Latina, superando a Brasil y Colombia, que registran actividad en ocho mercados cada uno. Estas actividades abarcan desde tráfico de drogas y armas, hasta delitos como la trata de personas y contrabando.
En México, los grupos criminales han consolidado su dominio territorial, controlando áreas urbanas pequeñas y regiones rurales extensas. Este control se perpetúa mediante coerción y violencia, y en muchas comunidades marginadas, las organizaciones delictivas han llegado a sustituir al gobierno, ofreciendo seguridad y servicios básicos donde el Estado no alcanza.
La crisis provocada por la pandemia de COVID-19 exacerbó esta dinámica. En un contexto de vulnerabilidad económica, los grupos criminales lograron legitimarse al brindar ayuda social y asistencia a comunidades empobrecidas, aumentando su influencia y aceptabilidad local.
El informe también destaca que México lidera en América Latina en términos de victimización por crimen organizado, seguido por Venezuela y Argentina. Este fenómeno se agrava por la constante reorganización de los grupos criminales y las estrategias gubernamentales de confrontación, que han intensificado los niveles de violencia en el país.
A medida que el crimen organizado sigue evolucionando y ampliando sus operaciones, México enfrenta enormes desafíos para restaurar la seguridad, fortalecer sus instituciones y reducir la violencia que afecta a millones de ciudadanos.
(CAGG)