Mauricio Fernández Garza será recordado por su carácter firme, pero sobre todo por ser el principal coleccionista de Latinoamérica. Como parte de su legado, dejó el museo La Milarca, un recinto que resguarda sus tesoros más preciados y que decidió compartir con los amantes del arte, la historia y la paleontología.
Hace un año y por la inauguración del espacio y en entrevista para La Grillotina con Mario Gámez, el político —en su faceta cultural— mostró el recinto ubicado en el Parque Rufino Tamayo, proyecto que le tomó años de gestiones y en el que invirtió recursos propios.
Su pasión nació en la infancia y lo acompañó a lo largo de toda su vida, hasta consolidarse como el coleccionista más importante. Logró reunir una variedad única de piezas que incluyen fósiles, minerales, animales, obras de arte, antigüedades, libros, monedas y cartografía.
Información del museo destacó que en su acervo hay arcos góticos de mampostería de los siglos XIII y XIV; techos renacentistas entre los siglos XIV y XVI; portales virreinales mexicanos; cerca de 500 piezas de arte popular nacional y lo que él mismo consideró la mejor colección de monedas de cobre.
La joya de la corona fueron los fósiles. En Vallecillo, Nuevo León, descubrió un importante banco de piezas. De donde surgió un plesiosaurio que lleva su nombre. Se estima que su colección incluye más de 50 especies nuevas.
Además información menciona que fue miembro del consejo del Museo Franz Mayer, escribió tres libros sobre numismática y promotor de obras monumentales como Homenaje al sol, de Rufino Tamayo; El Faro del Comercio, de Luis Barragán; La Lagartera, de Francisco Toledo; y el mural del Dr. Lakra.
Con su legado, Mauricio Fernández Garza trascendió más allá de la política. Su pasión por la cultura y la historia quedará plasmada en La Milarca, recordándonos que el verdadero valor de una vida está en lo que se comparte con las generaciones futuras.
(APHA)