Hace unos meses inició la demolición de este inmueble, mudo testigo del desarrollo de la urbe regiomontana. Ubicada en el cruce de Colón y Bernardo Reyes, la Arena Coliseo llegó a su fin, luego de décadas de albergar dos de los pasatiempos favoritos de la sociedad mexicana, el box y, muy en especial, la lucha libre.
Inaugurada en octubre de 1955, por su ring pasaron legendarios representantes de este deporte, como El Santo, Black Shadow, Mil Máscaras, Perro Aguayo, Aníbal, entre otros, y los más recientes como LA Park, Rush, Alberto del Río y algunos más.
Así como los ídolos regiomontanos, como Blue Demon, el maestro Rolando Vera, Humberto Garza, Rubén Juárez, Mongol Chino y, de los últimos tiempos, Héctor Garza y los Diluvios Negros.
Durante décadas, la Coliseo, fue una de las piedras angulares en la industria luchística en el norte del país.
También albergó grandes veladas boxísticas, como el torneo amateur Guantes de Oro o las últimas funciones donde se coronó campeón Víctor “el Pitufo” Proa, de Santa Catarina; y Juan “Ringo” Garza, oriundo de Cadereyta Jiménez, quien defendió su cinturón ante un lleno hasta las lámparas.
Sus muros silenciosos, guardan y traen a la memoria, los gritos de los aficionados, en apoyo, tanto a rudos como a técnicos, ya fuera ovacionando al ganador o repudiando al perdedor.
Así como los castigos, los lances, patadas voladoras, azotes, golpes, nocauts, triunfos, derrotas, campeonatos, máscaras caídas, cabelleras perdidas, pero, sobre todo, la magia y la emoción que impregnan a estas dos disciplinas de amplio arraigo en la comunidad.
Ahora la Coliseo solo vivirá en el recuerdo de la sociedad regiomontana, sobre todo en los aficionados al box y a la lucha libre.
En este adiós, solo quedará aquella frase que se oía allá por los 80s y los 90s: No, pues ahí te veo… ¿Dónde?... en la Coliseo.
(NJJG)